martes, 23 de febrero de 2016

[i]Marzo de 1997
LA PESCA DE LA TRUCHA EN CÁMARA
La pesca de la trucha desde cámaras de autos o vehículos automotores en general, se practica desde hace unos 20 años casi en nuestro país. Su uso comenzó en La Habana y era de esperar. Recuerdo que por allá por el año 1980, cuando nuestros embalses (“Niña Bonita”, “Maurín”, etc.), daban muestras de que la presión de pesca los estaba afectando en cuanto a capturas, la cámara aparecía como una forma de incrementar estas y su tamaño. Todavía otras regiones del país tenían infinidad de presas prácticamente vírgenes, es por eso que en fecha tan temprana sus pescadores no fueron compulsados a usar cámaras o balsas de poliespuma. Súmese a esto que en La Habana y lugares aledaños no existían botes en sus embalses, o sea, que los de la capital o pescaban a pie o no pescaban truchas.
Aunque el Decreto 103 prohíbe este tipo de pesca porque supuestamente acaba con las poblaciones de peces, lo cierto es que no es así. Lo que acaba con estas poblaciones es la ausencia de regulaciones pesqueras tal y como se usan en todo el mundo. En EEUU, por ejemplo, hay modelos de balsas personales que no son otra cosa que cámaras con aditamentos que las hacen más confortables, y un material que las protege de pinchazos. Y hay que decir que en los EEUU son muy estrictos con sus recursos biológicos.
Si en cada presa nuestra existieran botes al alcance de los pescadores de truchas, estoy seguro que en ausencia de la mencionada regulación harían el mismo estrago en las poblaciones de peces. Claro, hay algunas peculiaridades de las cámaras que pueden ser consideradas ventajas en relación con los botes.
En primer lugar la cámara le da una gran autonomía al pescador, y esta es una de las ventajas fundamentales. Autonomía con respecto al relieve de la orilla y el nivel del agua, no importa como sean estos, un “camarero” puede realizar su pesca. Autonomía con respecto al lugar por donde va a entrar a pescar y a salir, no está obligado como el que usa botes a entrar por una base determinada y regresar a ella, con la consiguiente limitación que esto trae si los mejores lugares están lejos de la base. Incluso autonomía con la hora de entrada y salida, ni de un responsable de la base que se levanta tarde a entregar los botes.
Autonomía con respecto a compañeros de pesca. En un bote 2 o 3 personas tienen que acoplarse para remar, para decidir dónde van a pescar y como. Hay pescadores que prefieren un pesquero, un tipo de pesca específico que puede ser muy diferente y estar incluso en contraposición con el de un compañero de pesca. Un “camarero” escoge su lugar y hace su pesca y sus compañeros tienen la libertad de secundarlo o hacer lo que quieran a su vez.
Las cámaras también le dan ventaja a los novatos o profanos. Si el novato logra dominar la cámara o tiene habilidades para moverse ene el agua, está en condiciones de hacer buenas capturas casi desde los primeros viajes a pescar. Es por eso que hay muchos pescadores que hacen buenas capturas en cámaras, sin embargo a pie, y en bote, no tienen éxito. A pie se requiere de intuición para escoger el lugar adecuado, y de posibilidades o habilidades para llegar a ese lugar y capturar las truchas a pesar de las barreras u obstáculos que haya en el entorno. En bote se requiere de conocimiento para posicionar el bote correctamente, para usar potalas, chapingorros, etc. Se requiere saber remar bien, de aproximarse al lugar escogido sin hacer bulla. En cámara la aproximación silenciosa a un pesquero está garantizada, no es necesario saber posicionarse con exactitud ya que la pesca se hace en movimiento, y además con un movimiento lento. Cuando el tipo de pesca que está dando resultado es, por ejemplo, ir tirando contra la maleza sumergida de la orilla, pero sin parar, o sea, ir peinando esta maleza cogiendo 1 aquí y otra allá, la cámara da la posibilidad de que sin parar el pescador puede ir pescando. Esta operación en un bote requerirá de que alguien remara despacio paralelo a la orilla a una distancia de tiro, y otro pescara; o de que el pescador remara unos metros, colocara los remos sin hacer bulla en el bote, cogiera la vara, hiciera un tiro y soltara la vara para nuevamente remar un poco (claro que con un bote adecuado y con un motor eléctrico silencioso  esto se resuelve, pero no es nuestro caso). Este proceso se le dificulta aún más a los del bote si hay aire que lo arrastre. En un bote siempre hay alguien que de acuerdo a la posición que tiene la embarcación respecto al pesquero tiene ventaja. A veces las truchas están picando en lugares intrincados, que solo ofrecen tiro desde un solo ángulo. El que tiene ese ángulo de tiro está en ventaja. El que tiene más precisión también tiene ventaja (precisión al tirar, claro). El más rápido en dominar la trucha que pica y volver a tirar también tiene ventaja. En fin el mejor pescador en un bote tiene ventaja y sabe cómo debe hacer para tener esta ventaja. En cámara todo  se empareja. Como que una cámara ocupa mucho menos espacio que un bote, permite tener acceso a ese lugar intrincado que es difícil para el bote, y que a la vez está muy hondo para el pescador de a pie. Si en el bote el que tiraba más lejos tenía ventaja, el de cámara que ve a alguien sacando truchas y no llega, solo tiene que moverse hacia delante un poquito y asunto resuelto. Si a pie los más altos tenían ventaja, en cámara todo el mundo tiene el mismo tamaño.
En el momento que una trucha grande es anzolada, la cámara brinda la ventaja de que inmediatamente que la clavas puedes irte moviendo, alejándola de los obstáculos donde puede partirte el nylon, y si eres habilidoso, incluso mientras la vas trayendo, puedes irte moviendo de lado hacia ella y acercarte o acercarla mucho más rápido que con un bote. Desde un bote una trucha grande anzolada requiere de mucha mayor habilidad, si como casi siempre sucede, la lucha se realiza en un lugar con muchos obstaculos. A los pescadores “cañoneros” que pierden truchas grandes, desde la cámara se amortigua la tensión y logran capturar más de estas.
Otra ventaja de la cámara, y que los camareros no están conscientes de esto, es a la hora de pescar con lombrices de goma, haciendo presentaciones lentas o ultra lentas. Como se sabe, este tipo de presentación es el más adecuado en lugares sometidos a fuerte presión de pesca, y es el más adecuado para tentar las mejores truchas. Esto tiene su base en que esta es la velocidad natural de muchas de las presas en el agua dulce, como los mamporros o cativos, que son en realidad lo que se pretende imitar la mayoría de las veces con las lombrices.  Desde la orilla se puede usar esta presentación, pero estás limitado en tu radio de acción, a 40 metros de la orilla no llegas con tu señuelo. Desde un bote se puede usar, pero hay varios factores que conspiran  contra el hecho de que sea en realidad una presentación lenta. Primero el ángulo de la vara y la separación de esta con respecto al agua. Una vara que en su movimiento se separe del agua tan solo un metro (quiere decir, la punta) hace que el señuelo brinque en el fondo, y que aunque la velocidad de recobrado sea lenta, la presentación no lo sea (¿puedes imaginar un mamporro vivo dando saltos en el fondo?). En un bote lograr que la carnada se arrastre tan solo dos o tres pulgadas por el fondo, requiere: 1 bote firmemente anclado, una posición correcta (sentado el pescador preferiblemente), y una vara con la punta prácticamente pegada al agua, y mucha paciencia. En una cámara, cualquier principiante, sin saberlo, está continuamente haciendo presentaciones lentas. Habrás oído hablar de la gente que van dándole a las patas de rana despacio, y pescan (muchos sin vara)  con un carrete o una lata, dándole movimiento con las manos a la lombriz. Debido al ángulo pequeño que tiene el nylon con respecto al agua, y a la velocidad, esta es una presentación ultra lenta. No hace falta ser un campeón de paciencia, porque a diferencia del bote, en el que te aburres o te achicharras con el sol, en cámara te vas moviendo. Si en bote tienes que usar esta velocidad de pesca en el área alrededor de tu bote anclado, levantar potala, moverte, anclarte y repetir el ciclo, en cámara vas “peinando” el área. A partir de esto, oirás alguna vez que pica cuando pescas con latica y no cuando lo haces con vara. Claro, podrías pensar en el caso de la vara desde el bote, que poniendo un plomo más pesado, aunque levantes la punta de la vara, no necesariamente esto haría saltar el señuelo en el fondo. Es verdad, pero plomos más pesados hacen recelar a las grandes truchas o a las truchas en general, en estos lugares muy pescados. Lo ideal es lograr arrastrar la carnada con los pesos más pequeños que se pueda.
Pero no todo son ventajas en relación con las cámaras. Cuando se requiere hacer grandes travesías, de varios kilómetros por el agua, para llegar a un pesquero determinado, el bote es mucho mejor, es mucho más rápido (incluso los de remos). Cuando la pesca que se está haciendo es “estructural”, o sea tirando a una estructura del fondo específica, digamos el estribo de un puente sumergido, o el entronque de 2 ríos; el bote es superior. El quid de este tipo de pesca es mantener el señuelo exactamente sobre la estructura y moviéndose en un ángulo también exacto. Si es una alcantarilla de ferrocarril sumergida, es lograr que la lombriz caiga exactamente en el antiguo cauce y “suba” por los taludes de esta alcantarilla. Los peces se concentran en estas estructuras, pero no se separan mucho de ellas a comer. Lograr esto desde un bote es más fácil si se sabe dónde está la estructura, por ende donde hay exactamente que anclarse, y se realiza esto firmemente (La mejor opción son dos potalas una por la proa y otra por la popa).
Desde una cámara, aun cuando estás completamente seguro de dónde está la estructura, es extremadamente difícil mantener una posición invariable. Y a veces cuando “pegas” una trucha, te mueves y es difícil volver a encontrar la posición exacta. Si eres realmente astuto y tienes marcada la posición en la que te tienes que mantener, dejas caer una marca flotante (preferiblemente solo visible para ti, para que no te descubran), pero habrá muchas veces en que das con la estructura cuando te estas moviendo, y es difícil encontrar marcas apropiadas para mantenerte en el mismo lugar, y al clavar la primera trucha te vas de posición. Otras veces encuentras la estructura moviéndote, existen las marcas apropiadas, pero tienes que marcar varias estructuras y si no tienes buena memoria esto se hace muy difícil para encontrarlas nuevamente. Sin embargo, en un bote puedes llevar una libreta y tomar notas de los puntos que vas encontrando.
Otra ventaja del bote es, evidentemente, el confort al pescar. Y no estoy pensando en asientos reclinables y piso alfombrado, estoy hablando de la posibilidad de poder llevar merienda y agua, de poder llevar varias varas y carretes, según el objetivo de pesca específico que se va a perseguir en cada caso. De poder llevar muchos señuelos distintos, cosas que pesan y ocupan espacio. De cubrir grandes distancias de pesca sin cansarte tanto. Además desde un bote el clave es más firme, y en general estás más firme para cualquier maniobra.
Cuando se quiere “curricanear” en una zona, el bote es la opción única, a nadie se le ocurrirá ponerse a arrastrar señuelos que requieren cierta velocidad, digamos cucharas, crankbaits, dándole a las patas de rana desde una cámara ininterrumpidamente durante cierto espacio de tiempo.  Cuando hay ventolera fuerte, el bote permite soportar mejor el oleaje, cuando tratas de mantenerte en una zona.
Existen diferencias entre los camareros de una y otra región. Lo más corriente en todos lados es que se usen cámaras 11 000 o de tamaños más o menos en ese entorno (de camión Kamaz, guaguas, etc.). A estas se les pone un saco cosido para sentarse o una malla. Los pescadores de San Cristóbal son pescadores que solo les gusta usar “Rapalas” (crankbaits o plugs). Los de Ciego de Ávila solo usan varas y carretes baitcasting. O sea las diferencias las he notado en el estilo de pesca fundamentalmente. Pero hay un grupo que se diferencia de los demás no solo por su estilo, sino también por la forma en que usan las cámaras. Esta es la llamada “NBA” de Santa Clara.
Estos pescadores usan cámaras pequeñas, aunque no hay una medida única; las cámaras 8.40-15 de jeep Waz son de uso bastante generalizado. Al sentarse en la cámara, lo hacen por fuera y no por dentro, y al trasladarse en distancias largas, 3-4 kilómetros, se acuestan de frente, a lo cual denominan “en diving”. Son gente acostumbrada a que los persigan con lanchas por el agua lo cual es un hecho bastante usual en el centro del país. Esto ha motivado que se hayan visto forzados a buscar velocidad al trasladarse, rapidez también en llegar a la orilla salvadora, sacar el aire rápido y huir por el monte con la cámara desinflada. Esto requiere ciertas condiciones previas. La gente de Sta. Clara usan sacos de nylon blanco como asientos en las cámaras, usan las cámaras sin gusanillos, a veces sin tapa de válvula tampoco, sino solo la cabeza de goma de un gotero para garantizar sacar el aire rápido (y echarlo con la boca rápido también). Los sacos de nylon son a su vez quitados y usados rápidamente para echar el pescado, las patas de rana, la cámara y salir huyendo. Pescan con la misma ropa que puede servirles para irse y venir, y usualmente tienen los zapatos encima (que casi siempre son de goma, rápidos de poner y quitar).
Son gente que pesca todos los días, aunque a veces descansan los domingos e incluso sábados y domingos. Pescan truchas a lo largo de todo el año. Cuando deja de picarles en una presa, se trasladan a otra. Su radio de acción abarca el territorio de las tres provincias centrales, desde “Aridane” (cerca de Mayajigua, SS), pasando por “Lebrije” (al lado de Jatibonico), hasta “Abreus” en la provincia de Cienfuegos. Son pescadores muy habilidosos, que como llevan ya varios años patrullando las principales presas de la región, conocen las mejores zonas en casi todas. A veces estilan pescar en grupo, y aunque no conozcan exactamente un pesquero, cuando pasan de 8 – 10 personas arrastrando señuelos sobre un lugar, alguno tiene que pasar sobre la mancha de truchas, y una vez que las ubican, las exterminan. No tienen consideraciones éticas, es decir que si te veo cogiendo y a mí no me pican, me pongo  al lado tuyo, pongo un señuelo igual y tiro en el mismo lugar. Eso te obliga a ser rápido cogiendo truchas, rápido ensartándolas para volver a tirar y a fallar poco, y te habitúa a pescar en una multitud. Son pescadores en general bastante jóvenes, por lo que físicamente tienen buenas posibilidades. Sin embargo, no abundan entre ellos los propietarios de buenos equipos. Son gente en general de bajo nivel de escolaridad o cultural, y prefieren gastar lo que ganan en bebida, que en una buena vara o un carrete. Pescan con señuelos y anzuelos casi siempre criollos, ya que son más baratos, y no se caracterizan por capturar muchas truchas grandes (de más de 10 libras). Dominan la pesca de superficie, la de media agua y la de fondo, aunque técnicamente desconocen muchos señuelos sofisticados. No obstante esto, dado el oficio que tienen, si logran ver a alguien con un estilo de pesca exitoso, son capaces de espiarlo y copiar. Son pescadores “ventajistas”, aprovechan la más mínima ventaja que tienen sobre los otros, y se cuidan mucho de revelar en qué radica su éxito. Pescan con vara y carrete, pero todos además de esto llevan en el bolsillo uno o más pomos plásticos  con nylon que van arrastrando un señuelo (una lombriz) por el fondo, y a la que curiosamente le llaman “chispín” (Esta es la presentación lenta que mencionaba).
Pero a muchos de ellos, les pasa lo mismo, que a otros en nuestro país. Desde que se iniciaron, empujados por la penuria económica, han sido pescadores de “cámaras”. No pasaron por la pesca de vadeo, que en mi opinión debe ser dominada primero, conocerla bien; y luego con la base, con el pensamiento táctico que te obliga a desarrollar esta, transitar hacia otra que te da ventajas mayores. Un  pescador “de a pie” puede incursionar con éxito en la pesca en cámara si no le tiene mucho miedo al intento, por el contrario un pescador “de cámara”, cuando se baja de esta tiene pobres resultados (me estoy refiriendo al pescador promedio).
Los pescadores “de a pie” que incursionan en la cámara deben tener presentes algunos detalles, para que las cosas les salgan bien. Lo primero que deben tener en cuenta es que ahora la posición de ellos y por ende la dirección que siguen sus señuelos es distinta, y esto condiciona la dirección desde donde las truchas van a atacar, y hacia dónde van a salir con estos cuando se les da a comer (con los señuelos, quiero decir). Cuando se pesca a pie, nuestros señuelos por lo general siguen una dirección como escapando hacia la orilla, esta sensación de que se les escapa su presa, unido al hecho de que una trucha que está en las inmediaciones de la orilla es un animal decidido a comer (por eso está ahí), hacen que las truchas “de orilla” pican y salen, uno les da a comer, y clava. Eso es lo clásico. En cámara no siempre la trucha pica y “sale”, sino que más bien nada hacia arriba de uno, o de lado, o no nada. En este ultimo caso cuando uno las clava casi siempre las falla, salvo raras excepciones. La tendencia en los nuevos pescadores de cámara es dar a comer demasiado la mayoría de las veces. Si el pescador no es capaz de encontrar el momento justo para clavar, debe entonces tratar de ubicarse propiamente. Y para ubicarse propiamente debe saber siempre en qué profundidad está y a qué profundidad están cayendo sus señuelos, debe saber a qué tipo de lugar está tirando y desde qué tipo de lugar. Eso es lo que dirá hacia donde van y desde donde atacarán las truchas. Como ves, volvemos a caer en una cuestión táctica que un buen pescador de a pie siempre sabe o debe saber. Por eso te decía que estos tienen oportunidades de incursionar con éxito en “cámaras” (hablo de los que desarrollaron pensamiento táctico apropiado).
Otras cosas que los pescadores de a pie deben saber cuándo se montan en cámara es lo siguiente: no por haber estado pescando en la orilla, confinados a una estrecha faja de alcance de tiro, ahora por contraste deben pensar que mientras más se alejen de estas, más van a coger y de mayor tamaño. Esta es una filosofía de pesca bastante común entre los que comienzan a pescar en cámara y en bote. Se meten en el medio de las presas y allí están sin coger nada hasta que descubren que la gente a pie ha capturado más que ellos. Hay que saber pescar lejos de las orillas, pero no hay que olvidarse que estas ejercen gran atracción sobre las truchas, si bien es verdad que hay orillas mejores que otras, y que “ciertas” orillas atraen las truchas a “ciertas” horas y no en todo momento o en toda época del año. El éxito de la pesca lejos de la orilla depende del conocimiento del relieve del fondo que atrae a los peces y su correcta explotación.

Y finalmente quiero recalcar que la principal ventaja que tiene la cámara es la posibilidad que brinda de pescar continuamente sin ruidos. Como que los pies son los responsables de la locomoción, las manos siempre están libres para usar la vara (esto es si se usan patas de rana, y lo doy por sentado. Otro tipo de método para moverse como usar pequeñas paletas seria como pescar en bote, pero sin la comodidad y velocidad de este).
En efecto, al principio  dije que cuando el tipo de pesca era sobre truchas que estaban dispersas y no concentradas en un pesquero; o cuando se precisa barrer un área (un borde de hierbas, una orilla escarpada), esta ventaja de la pesca continua hace de la cámara una cosa superior a un bote. Esto en combinación con la presentación lenta y la forma en que pasa inadvertida la cámara para los peces en la aproximación, son sus puntos más fuertes.
Con respecto a la “NBA” y a otras ligas de pesca fuertes como la de Camagüey, no hay que preocuparse. Aunque son gente que indudablemente les gusta pescar, muchos no “aman” esta actividad, son más bien mercenarios. Si nuevas regulaciones pesqueras protegen nuestra fauna propiamente; y el pescado que ellos venden baja de precio lo suficiente como para hacer la pesca poco rentable: estas gentes se dedicarán a vender aguacates o frituras. Entonces quedarán los pescadores verdaderos.
Tampoco hay que creer a carta cabal en lo que dicen muchos de estos pescadores, de que si ellos participaran más en competencias las ganarían siempre. Por las mismas diferencias entre cámaras, botes y pesca a pie que ya apunté, ser un buen pescador en cámara no garantiza resultados en otro tipo de pesca. Peligrosos en competencia son los que dominan la táctica de pesca de vadeo, de la pesca en bote y además tienen la práctica y el oficio de esta pesca en cámara por realizarla continuamente. Peligrosos son los pescadores que pueden adaptar su forma de pescar a las condiciones cambiantes que encuentran en cada competencia, los que dominan más de una rutina de pesca a la perfección y sobre todo los que tienen el instinto, la visión o como se le quiera llamar a ese sentido de detectar dónde están los peces.




[i] Estas son consideraciones acerca de la pesca desde cámaras en la década de los 90.

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