jueves, 5 de mayo de 2011


PASIÓN DE LADAGA 1
La última vez que vi a Héctor Ladaga Artze fue en medio del Paseo del Prado; estaba ya muy anciano y como siempre se mostraba inconforme con una u otra cosa. Era probablemente un temperamento difícil, pero a la vez una persona que amaba ser útil. Su pasión era la pesca deportiva y se involucró en su organización por varios años. El comienzo del vínculo entre este aficionado y lo que posteriormente devino Federación Cubana de Pesca Deportiva parece haber sido la convocatoria al torneo internacional de la trucha efectuado en la Laguna del Tesoro en 1978, evento al cual fue invitado como competidor.
Ladaga decía que se había enterado de aquel evento por Gustavo Iglesias y Eugenio Sánchez, dos directivos de la pesca deportiva en la capital del país, quienes –según su expresión- “lo recomiendan” para que asista:
–Yo frecuentaba el taller de prototipos de pesca en el que ellos trabajaban en Lamparilla y Aguacate. Eso quedaba muy cerca de mi planta de artículos de fantasía femeninos. Era una planta de niquelado y muchos de los artículos que ellos producían requerían de ese tratamiento. A eso se debe la amistad que surgió entre ellos y yo. Tres o cuatro años después me preguntan si me gustaría participar en una competencia de pesca de la trucha contra un equipo norteamericano, que no fue contra, sino con. Que tendría más de divulgación que de competencia.
“El lugar era mi zona de pesca, adonde comencé a ir en 1963, que fue cuando se abrió el canal para llegar a la Laguna del Tesoro. Aquello era un paraíso. Me llevó Pedro Valdés Vivó, director de un hospital donde fui administrador”. Debido a una afección asmática, Ladaga pescaba desde los ocho o nueve años de edad. Nacido en 1925, en 1936 un tío suyo compro una casa en Santa Fe y el muchacho pasaba allí las temporadas: “Por primera vez pude acostarme, respirar, vivir. Yo dormía sentado. Remaba, nadaba, vivía. El aire de mar, puro, sin esporas vegetales, me permitía respirar. En contacto con el mar, mucho más si se tiene bote, terminas pescando. Lo demás lo hizo la práctica y la observación, las experiencias que se acumulan en carnadas, avíos, lunas óptimas para las capturas...”.
–La pesca en agua dulce la comienzo en el 1963 cuando el Dr. Vivó me invita dos días a Laguna del Tesoro. La pesca de agua dulce no valía nada antes. A Guamá 2 yo iba dos, tres, hasta cuatro veces por año, por una semana o diez días, de modo que mis relaciones allí eran magníficas”. Después de referirse al esmerado tratamiento que recibía, puntualiza: “Siempre fui allí un simple cliente”, lo que sucedía es que “el tiempo y la memoria de mi esposa, que conocía a cada uno de los cocineros y a su familia, y siempre tenía un detalle con ellos”.
Los ómnibus para el torneo de la trucha salieron de la Ciudad Deportiva y allá los ubicaron a razón de cuatro por cabaña. Había muchos periodistas. El norteamericano que fue su compañero de equipo pescaba con baitcasting y nailon de 30 libras, clavaba brutalmente y perdió así unas piezas. Ladaga tenía una preferencia absoluta por el spinning, lo que en su época principal de actividad –años ’70 en adelante- lo ubicaba en el grupo de vanguardia en cuanto a técnica. Su récord personal fue un sábalo de 82 libras que cobró, luego de tres horas de pelea en la bahía de La Habana, con equipo sumamente ligero de spinning: usando línea de 8 libras de resistencia. Usaba el tradicional pollo (jig, comúnmente con pelos amarillos de cabra) para cobrar sábalos, jiguaguas, jurel y pintadas, y la cuchara (spoon) para la pesca del bonito listado y la albacora. Además, en agua dulce usaba medallitas (cucharilla giratoria: spinner).
Formó parte del primer grupo de pescadores aficionados que presentaron capturas realizadas con avío deportivo y se les reconoció record a partir del año 1976. En su caso, con un pargo criollo de 12,3 libras, con spinning, línea 12 libras, pescando de costa en el litoral norte de la provincia de Matanzas. Escribió ocasionalmente para el boletín Rascasio, órgano divulgativo de la pesca deportiva cubana en los años ’80 y principios de los ’90.
A la competencia internacional en la Laguna del Tesoro llevó tres varas iguales de spinning, con tres carretes iguales; varas de fibras de cristal, huecas, de seis onzas de puntero. Lombrices artificiales casi todas de color naranja. “La experiencia me ha dicho que ellas no distinguen el color, sino que hay que procurar que ella vea la lombriz, es decir, que esta contraste con el entorno por su color. Guamá era un reino vegetal, agua totalmente carente de calcio, miles de peces y millones de caracoles”.
-Fue un torneo magnífico. A la hora de la arrancada había veintipico de lanchas con los motores prendidos, hago un lance para desenredar una gasa en la línea y ¡pica una trucha! –Recuerda que al final del día se estaba bañando en la cabaña y llega un compañero con la noticia de que iba en primer lugar un cubano, pero no recordaba el apellido, porque no era común. En eso, Gustavo Iglesias que grita: “¡Ladaga, avísame cuando termines!” y el hombre reacciona:
– ¡Coño 3, ese es el que va en primer lugar!
El día después.
– Desgraciadamente no podía ni mear 4, porque periodistas, fotógrafos, camarógrafos, la prensa..., seguían a nuestra lancha a todas partes. Nos metimos por un canal bajo... Yo estaba seguro del primer lugar, pero a la ensarta del americano la había cogido la propela y solo habían quedado dos cabezas de trucha y tuve que compartir con el individuo y bajó nuestro peso... ¡Él no se dio cuenta de esta sustitución!
El día después de la competencia hicieron una jornada de pesca recreativa y Ladaga dice que cogió las 2 mejores piezas: una de 11 libras se la llevaron congelada para los Estados Unidos. Pero el segundo día de competencia ninguna pieza llegó a 10 libras y un campesino se apareció con una trucha de 11 libras que se había tragado una biajaca.
– ¿Por qué no fue a la competencia en los Estados Unidos al año siguiente 5 ?
-Porque aquello fue un viaje muy agradable y otros tenían más influencias que estadísticas y no me tocó a mí. – Luego enfoca otro asunto– Lo otro era el pedir. Aquello era bochornoso. La gorra, la carnada... Aquello resultaba desagradable. El americano que pescó conmigo me regaló una vara preciosa y se la obsequié al patrón, diciéndole: Te la has ganado”.
- ¿Le explicaron por qué no iría a Estados Unidos?
– No. Allí mismo en Guamá me dijeron que la American Bass Association invitaba a un torneo en su país e irían los primeros lugares 6. Un mes después, Gustavo y Eugenio me dijeron que la competencia ya tenía fecha. Después de eso, la siguiente información que recibí es que ya estaban allá. Nunca me explicaron por qué no fui a Texas, ni por qué fueron los que fueron, algunos de los cuales no era, ni remotamente, pescadores de truchas.

La Federación.
En 1968 Héctor Ladaga contrajo matrimonio y fue a vivir a la casa de San Lázaro, cerca del Malecón de La Habana, donde le entrevistamos en 1999. Pronto llega a la orilla del mar y empieza a pescar. Dice que empieza a ver la distancia –“no física, sino social”- entre un pescador y otro.
–Yo, que tenía un stock relativamente grande de equipos, empecé a hacer amistades entre ellos y comenzó a surgir la asociación de pesca deportiva. Esta existía, pero a un nivel muy alto. La base la empecé yo. Fui formando, trayendo gente, recorriendo los municipios, el río Almendares, la Avenida del Puerto. Mandé a imprimir los primeros carnés, los pagué yo.
“Pedíamos a las embajadas material fílmico de pesca y teníamos sesiones de cine y más de una vez dimos conferencias sobre la pesca, los avíos, etcétera. Todo esto lo hice en contacto con el INDER, en San Rafael entre Galiano y San Nicolás, en los altos de la revista Mujeres. Ahí capté a Bergery, Gimeno, Hiram 7. Este trajo un día propuestas de ingreso de aficionados de otros municipios y los sumamos al grupo nuestro.
Aquello recibía el nombre de Comisión Provincial de Pesca Deportiva, de la cual fue primero secretario y luego presidente, en sustitución de “un compañero que había sido comisionado de Deportes en Isla de Pinos, a quien no le interesaba la pesca deportiva”.
Ladaga no recuerda cuando se integró al ejecutivo nacional de la Federación Cubana de Pesca Deportiva, pero cree que fue desde el principio: “Fue algo surgido de arriba hacia abajo, en lugar de lo lógico, que habría sido la formación de una federación de asociaciones que ya previamente existían”.
– Existía un viejo ejecutivo a un nivel muy alto, sin contactos con la base y en los torneos internacionales eran los cabecillas. Después, cuando aquello se convierte en Federación, es que ellos bajan –subrayaba Héctor Ladaga, quien fue asimismo un ejecutivo y jurado de eventos provinciales, nacionales e internacionales.
Las críticas de Ladaga alcanzaban al mismo título de la organización, que en su opinión no debería llamarse “de Pesca Deportiva”, sino “de Pescadores Deportivos”, y a uno de los primeros logotipos que la identificaron, en el que el anzuelo del diseño tenía “el gavilán hacia fuera”, aseguraba con un gesto de fastidio el dedicado pescador, que dominó a la par la habilidad artesanal de fabricar anzuelos y el arte del dibujo en medida suficiente para realizar a mano alzada ilustraciones y gráficos de la tesis de grado de su hijo, especialista en Cardiología.
– De haber tenido la oportunidad de tomar algunas decisiones como ejecutivo nacional de la pesca deportiva, ¿Cuál habría sido?
– A mi me apena que en Cuba, siendo una isla, sea tan difícil poseer una embarcación deportiva. Hubiese insistido toda la vida en que se nos diesen más facilidades para practicar nuestro deporte y que su dirección estuviese en manos de deportistas 8.
En otro tiempo, Ladaga tuvo su propia embarcación. Cuando tenía como 20 años, un
primo y un amigo proyectaron la construcción de un bote, decían que de 16, 18, de 21 pies, y terminaron fabricando una lancha que medía 30 pies a nivel de la línea de flotación, en un año y siete meses.
–La echaron al agua el día que cumplí 21 años en el astillero de Emiliano León, en la margen derecha del río Almendares. Emiliano era un individuo brusco y hasta grosero con el personal, pero fue mi padrino en la carpintería de rivera. Solo se usaba el sinfín, lo demás eran herramientas de mano. Mi barco lo hice yo.
“Cuando yo tenía mi barco, hice dos viajes a Cayo Hueso. Te ponían el cuño, el rol..., ni inspección ni pasaporte. Sencillamente lo despachaban como si fuera a Cabañas o Varadero. Ni siquiera te pedían fecha de regreso”. El barco de Héctor Ladaga llevaba el nombre de Bravo, medía 30 pies de eslora y lo propulsaba con dos motores Chrysler de 92 caballos cada uno: “El segundo se lo pusimos en Key West”. No le preguntamos lo que había sucedido con su barco, porque cualquiera que fuera la respuesta, sospechábamos que Ladaga seguiría molesto con el asunto.

NOTAS:
1-Entrevista realizada en 1999.
2- Guamá es el nombre del famoso centro turístico enclavado en la Laguna del Tesoro, Ciénaga de Zapara, Matanzas.
3- Palabra vulgar muy común en Cuba, usada coloquialmente como admirativo, sin intención ofensiva en sí misma.
4-Orinar (Aristos. Diccionario Ilustrado de la Lengua Española. Editorial Científico-Técnica, La Habana, ¿1980?, página 413).
5-En 1979, un segundo tope competitivo entre cubanos y norteamericanos fue realizado en el lago Conroe, Texas.
6-El equipo de Héctor Ladaga y Arnold Philbeck alcanzó el segundo lugar en la puntuación en el primer Torneo Internacional de pesca del black bass, celebrado el 20 y 21 de enero de 1978 en la Laguna del Tesoro. Ver: Pesca deportiva cubana. Historia y tradición, página 143.
7- Orlando Bergery, Rafael Gimeno e Hiram (Genaro Hernández García) fueron posteriormente directivos provinciales y nacionales de la asociación de pesca deportiva.
8-En determinados períodos, la asociación a la que se refiere el entrevistado estuvo dirigida por funcionarios deportivos no elegidos entre los aficionados a la pesca.

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