PESCA DE FIN DE SEMANA
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Nos pusimos de acuerdo de ir a Monskville Reservoir; te preguntarás por qué
escogimos este destino. Bueno, para empezar, nos queda cerca alrededor de 56
kilómetros, la entrada es gratis ―cuando digo esto es porque algunos lagos o
embalses cobran por usar la rampa para tirar el bote al agua. Nuestro bote es
un Startcraft de 4.3 metros de eslora, hecho de aluminio, el motor principal es
de 30 caballos de fuerza y con un motor eléctrico de 55 libras de fuerza para
movernos silenciosamente mientras pescamos.
Acerca del Lago, Monskville Reservoir es bien conocido por sus
Muskellunges, Walleyes, Lobinas boqui grandes y truchas (Trout). Este embalse
también tiene sus regulaciones; por ejemplo, el motor no puede ser más grande
de 9.9 caballos de fuerza. Puedes usar el bote con un motor grande, pero no
puedes navegar a más de 10 kilómetros, de no seguir este reglamento puede
meterte en problemas. Otras regulaciones es una licencia de pesca la cual es
necesaria usar a cualquier cuerpo de agua dulce que vayas a pescar, la licencia
es anual con un costo de $33 dólares Usualmente esto no me hace daño ya que
desde que llego salgo con el motor eléctrico listo para cazar las bestias.

Monskville pertenece al condado de Passaic en New jersey tiene 505 acres
y la mayor profundidad es 27.43 metros. Un dato importante es que este embalse
mantiene el record del estado de New Jersey en el Muskelleunge, (Musky, o sea,
Lucio) que fue capturado por Bob Neals mientras pescaba en el invierno de enero
de 1997 capturando un Musky de 42 libras y 13 onzas. Tuvo que pedir ayuda para
ampliar el hueco en el hielo para poder sacar este gran ejemplar que le
garantizo este record cual hoy en día todavía mantiene vigente.
La mañana de nuestra pesquería llegamos como a las 6:30 am a la rampa; en
lo que arreglamos todo y lanzamos el bote al agua ya eran las 7am. Enseguida nosotros
desesperados y ansiosos comenzamos a lanzar las carnadas. El día estaba nublado
y con un poco de neblina bien pegada al agua, parecía algo como de una película
de terror, pero bien bonito a la vez, ya que el bote cortaba la neblina en su
transcurso.
Enseguida nos arrimamos a una entrada que tenía muchos palos, allí usando
una rapala swim bait de 4 pulgadas cogimos la primera pieza del día una pequeña
trucha que no alcanzo la libra pero nos emocionó para seguir la jornada. Después
de varios intentos, cambiamos la carnada para una chapa spin ya que estas son
universales para atrapar cualquier pez. Con el spinner (cucharilla giratoria) atrapamos
unos cuantos pike chain Pickerel, pez que no crece mucho pero da una buena
pelea. Alrededor de las 10 de la mañana la picada se detuvo, y aunque seguimos
pescando el día entero no logramos coger nada hasta la tarde.
Como a eso de la 1 pm comenzó a lloviznar, pero eso no es excusa para
dejar un día de pesca y más que solo tenemos la oportunidad de practicar este
deporte un día a la semana, que ya también nos sirve como relajante para
empezar otra nueva semana de trabajo. Bueno volviendo al tema, alrededor
de las dos de la tarde regresamos al pesquero donde anduvimos toda la mañana. Mi
amigo Rodolfo hace un tiro a la orilla, donde parecía que no iba a coger nada
por la poca profundidad que tenía. Pero sorpresivamente algo tomó la carnada en
aquel escaso medio metro de agua y la línea se tensó. Al principio él me pidió
que pegara el bote porque pensó que se había enredado, pero al ver la
caña doblada y el carrete corriendo a una velocidad increíble, nos dimos cuenta
de que se trataba de un gran ejemplar.
Los nervios se nos pusieron de punta, y aún más cuando el pez dio un
salto saliendo como un metro fuera del agua. No podíamos creer lo que habíamos
acabado de ver, estábamos casi seguro de que lo íbamos a perder porque la vara
que estábamos usando no era la necesaria, sino una vara de lobina ―la trucha de
Cuba―, el anzuelo era muy pequeño; lo único que si sabíamos que era bueno
era el cordel que era un braid (trenzado)
de 50 libras.

Estuvimos alrededor de 20 minutos tratando de sacar este grandioso
ejemplar; la razón porque nos demoramos tanto era porque no queríamos romper la
vara y cada vez que lo teníamos cerca del bote, volvía a correr, pero con
perseverancia lo acercamos lo suficientemente cerca para cogerlo con un jamo de
mano, el cual se jorobó cuando tratamos de subirlo al bote: el pez pesaba
demasiado. Ya con el pez abordo del bote la emoción fue grande, enseguida
empezamos a tirarnos fotos y chequear por las regulaciones para ver si podíamos
llevárnoslos para comer. Este gran ejemplar peso 20 libras y midió 45 pulgadas,
lo cual nos dio el derecho de llevárnoslo, pues las regulaciones del estado son
uno por bote y que tenga 40 pulgadas.
Ya en ese minuto sabíamos que era hora de irnos, porque no íbamos a coger
nada más que sobrepasara aquel gran pez. Pero como todo la idea era pasarla
bien, hacer lo que nos gusta y crear buenas memorias y definitivamente ese día
fue inolvidable, una historia para contar año tras año.
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