Rubén
nació en Cuba y reside en los Estados Unidos. En los últimos meses ha estado en
contacto con el foro del blog CUBANOS DE PESCA y ha comenzado a compartir
algunos materiales de sus pesquerías en Cuba, de algunas innovaciones muy
criollas que vamos a mostrar más adelante, y también de unas pesquerías de fin
de semana en aguas de los lares donde ahora vive. El texto siguiente se explica
por sí solo. Con esas líneas y las fotos que la acompañan, no hay que decir que
Rubén es joven y lleva a dondequiera que se encuentre ese modo particular que
tienen los nacidos en la Isla, que se manifiesta también en la forma de
disfrutar las pesquerías.
RETORNO
AL HANABANILLA
Esa
pesca fue en febrero del 2013. Para empezar, cuando voy de visita no tengo
mucho tiempo siempre trato de ir a pescar por lo menos de uno a dos días. Este día
en particular fue un domingo porque el sábado por la noche mis amigos y yo la
pasamos en Cienfuegos paseando hasta las tres de la madrugada. Yo soy
originalmente de Manicaragua un pequeño pueblecito cerca del Escambray. Bueno
como les iba contando, de regreso no valía la pena seguir para mi pueblo para después
levantarnos a las 6 am para volver a la Hanabanilla a pescar. Todos estuvimos
de acuerdo de seguir directo para el Hotel. En ese entonces el hotel estaba
bajo construcción y no había habitaciones disponibles. Tuvimos que dormir en
una parada de guagua hasta que mi otro
amigo, dueño del bote, llegara al lugar.
Bueno
como esperado él llegó a las seis y de ahí nos cambiamos de ropa en su casa,
donde también desayunamos y salimos a la pesquería. Su bote tiene como tres o
cuatro metros de eslora, con un pequeño motor de petróleo de un solo pistón, y
asientos de plástico de guagua “Giron”. Rápidamente llenamos el bote con las
provisiones que necesitaríamos para la pesca ese día; nos llevamos un racimo de
plátanos y manteca para poder freír los peces que cogiéramos en la jornada. No habíamos
ni prendido el motor e hice un tiro con un mamporro artificial. Al momento saqué
la primera trucha del día. Tenía como dos libra en final un buen ejemplar.
Nuestro destino era Rio Negro y la cueva de La Vieja. En el camino paramos
varias veces en pedregales para tirar con el cordel a mano usando “brinquinillo”,
un pequeño camaroncito transparente, y logramos coger las biajacas criollas ya
que su hábitat es principalmente las rocas y cuevas. Al llegar a Rio Negro tomamos
un pequeño descanso de como treinta minutos, durante el cual comimos algunas
masitas de puerco.

Después
de un buen tiempo en la cascada decidimos regresar, ya que el bote no caminaba
muy rápido y nos íbamos a demorar aproximadamente unas dos horas solo para
llegar al hotel. Ese día la pase de maravilla ya que pude regresar al Hanabanilla,
un hermoso embalse. También pude compartir con mis amigos que hacía tiempo que
no veía. Definitivamente ese día fue una gran memoria.
Rubén.
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